Hoy retumba en mi cabeza intoxicada con ecos de éteres etílicos los arrozales secos frente a tu casa, la tierra como mi infancia, los árboles grandes y sobre todo ello, la imagen de ti en el autobús de vuelta a tu aldea, tu pañuelo y tus gafas de sol, tu imagen de El paciente inglés y la idea de perderse en una mujer y un país ajeno. Hoy, evidentemente, no quisiera estar aquí. Y en el caso de no poder evitarlo, quisiese sodomizarme con narcóticos, anestesiar esta mezcla de tedio, desazón y desagrado. Dormir hasta olvidar que la luz está sucia y despertar de día, alzado el sol, con una claridad inequívoca y la sonrisa de alguien en la cocina a quien abrazar hasta entender que el café con leche contiene todo el sentido del mundo, y no se diferencia mucho de la rotación de la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario