EL CALZONCILLO PARLANTE
Érase una vez un niño que se llamaba Mikel. El día de su cumple le regalaron unos calzoncillos. A Mikel no le gustaron y nunca se los ponía. Su mamá lo intentaba convencer pero no se los ponía. Un día por la noche el calzoncillo cobró vida y no parecía muy contento. Al día siguiente se encontró con la salsa de su madre en la cara y su madre le castigó creyendo que se la había comido. Y es que el calzoncillo le estaba haciendo travesuras. La noche siguiente Mikel se quedó despierto y de repente vio que el cajón de los calzoncillos se estaba abriendo. Mikel todo asustado se levantó de la cama y dijo:
-¡Quieto calzoncillo, mañana te usaré!
Y así se los puso muchos días.
FIN
Alberto Coquillat Román
UN DÍA ANTES DE REYES
Una mañana de invierno. (Un día antes de Reyes). Una niña llamada María tenía ganas de churros y entonces salió de su casa y se acercó a una churrería que estaba cerca de su casa. (No sabemos el nombre de la churrería). Al entrar en la churrería vio que las sillas tenían luces. Pidió churros y se sentó en una silla. Al terminar de desayunar los churros vio a un hombre que le resultaba familiar. Se acercó a él para ver quién era. De repente el hombre se giró y dijo:
- ¿A qué colegio vas?
Y María respondió:
- Al Miguel Hernández.
Y el hombre volvió a preguntar:
- ¿Cómo te llamas?
- María
- ¿Qué quieres para Reyes? Es mañana.
- Un violín –respondió María-
El hombre contestó:
- Me encantan los violines.
- ¿Cómo te llamas tú?
- No debo decirlo –respondió el desconocido-.
Estuvieron charlando un rato. Luego volvió a casa y se puso a jugar con Alfredo, su hermano. Al llegar la noche se acostó pensado en aquel hombre: ¿por qué le resultaba familiar?, ¿por qué no le dijo cómo se llamaba?
Al día siguiente, por la mañana, Alfredo la despertó gritando:
- ¡Vamos a montar el belén y a colocar el árbol!
María se calló de la cama, claro, con los gritos de su hermano. Luego le dijo a Alfredo:
- No me despiertes tan temprano, ¡son las seis de la mañana!
El día transcurrió normal. Al llegar la noche se comieron el gran banquete. Luego abrieron los regalos. María tenía un violín y dijo:
- ¡Qué alegría! Pero si yo sólo se lo dije a aquel hombre tan extraño…
Entonces María calló en la cuenta. Aquel hombre era un Rey Mago. Corrió para llegar a la churrería y por el camino vio al extraño en un camello volador. María dijo:
- ¡Gracias, Rey Mago!
FIN
Pau Bay González
2 comentarios:
¡Que tíos más majos estos enanos!
Es imperdonable que Pau no supiera el nombre de la churreria...
Pero que bonicos son los zagales cuando son bonicos!
Publicar un comentario