mutatis mutandi

Como se veía venir, se materializó el cambio iniciado hace unos meses en este cuaderno. Se abre y se cierra. Se abre a la sociedad y se cierra a lo personal. Para lo segundo me mudo al anonimato. Respecto a lo primero, para empezar, lo conecto con las sesiones de literaFA.

De momento aquí va la convocatoria de la jornada del próximo 15 de abril.


litera_FA, 15 de abril, 2009

Los cuentos infantiles, los piojos y la educación en valores.

El miércoles de la semana que viene, día 15, esta vez a las 21, para que podáis venir con los peques, volvemos a la carga. Antonio nos va a preparar una sesión de cuentos de su suculenta biblioteca de cuentos infantiles hecha a base de mercadillos de segunda, tercera y cuarta mano. Podéis traer los vuestros y les echamos un vistazo. Y también podéis animar a los que se supone que van dirigidos los cuentos para que escriban uno y nos lo lean.

Todo esto tras el terremoto del martes, bando de la huerta. Para que luego digáis que si la monotonía y la rutina…

Aquí os dejo el comienzo de un cuento de los de educar en valores. El resto lo vemos in situ.

Los piojos iban a la escuela religiosamente. Acudían con la misma puntualidad que los alumnos, incluso que alguna profesora. Bueno, a decir verdad, la puntualidad no era el fuerte de Violeta. Así que los piojos de Vio –que así le gustaba llamarse- asistían con una ligera demora. Vio, la verdad sea dicha, rara vez llegaba puntual a clase.

- ¡¡Otra vez tarde!! -le recriminaban todas las mañanas el resto de los piojos a Matilde y Alfredo-.

Eme y Alfred -porque a ellos también les gustaba acortarse el nombre, por imitar a Vio- eran los habitantes de la cabeza de la niña. Eme vivía habitualmente detrás de la oreja izquierda. Alfred, sin embargo, nunca tuvo un lugar preferido, y lo mismo estaba en la coronilla que en la nuca. Alfred incluso en una ocasión hizo una incursión –él lo llamo su viaje Erasmus- en la cabeza de la madre de Vio. Hubiera preferido la del padre, pero no se atrevió con ese país desértico: ni un solo árbol en el que cobijarse.

Aquella mañana era la última antes de las vacaciones y Vio, por una vez, llegó puntual. No: llegó antes de las 9. Había quedado con sus amigas de clase y con Deivid y Lucas, de 5º C. Deivid y Lucas eran tontos de capirote. Y sus amigas de clase, más. Por eso Vio llevaba el último trimestre fingiendo un creciente interés y amistad por ellas. Tenía un plan mezquino y ruin. Pero justo, al fin y al cabo. Vio le había prometido a Eme y Alfred unas vacaciones de lujo, y lo iba a cumplir. Y sí, no es tan raro: hay gente que habla con sus piojos y cree en la justicia. Una de ellas es nuestra protagonista.

Juan Bay, secretario piojo de FA.


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