¿Cómo podré marcharme en paz y sin pena? No, no será sin una herida en el alma que dejaré esta ciudad.
Largos fueron los días de amargura que pasé dentro de sus muros, y largas noches de soledad; ¿y quién puede despedirse sin tristeza de su amargura y de su soledad?
Muchos fueron los trozos de mi alma que esparcí en estas calles, y muchos son los hijos de mi ansiedad que caminan, desnudos, entre estas colinas, y no puedo abandonarlos sin sentirme oprimido y entristecido.
No es una simple vestimenta la que hoy me saco, sino la propia piel que arranco con mis manos.
No es un mero pensamiento el que dejo detrás mío, sino un corazón enternecido por el hambre y la sed.
Sin embargo, no puedo tardar más tiempo.
La mar, que llama hacia sí todas las cosas, me está llamando y debo embarcarme.
Pues permanecer aquí, mientras las horas se queman en la noche, sería congelarme y cristalizarme en un molde.
De buena gana me llevaría conmigo todo lo que está aquí. Pero ¿cómo hacerlo?
La voz no se lleva consigo la lengua y los labios que le dieron alas.
Y, sola, debe buscar el éter.
Y también sola y sin nido volará el águila rumbo al sol.
Gibran Khalil Gibran (جبران خليل جبران Ŷibrān Jalīl Ŷibrān en árabe), en su libro El profeta.
3 comentarios:
Lo que tienes que hacer es tenerlo todo "limpico" allá a donde vayas que nunca se sabe cual de nosotros correrá desnudo por las calles de tu nueva vida. Además, no te pongas melancólico que tampoco te has ido tan lejos y al AVE le queda poco.
¡Viva el tren de cercanías!.
¡Viva Nacho y su claridad mental!
Hermoso texto
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