versos de cristal negro

En su libro de 1974, Suicidios y otras muertes, el capítulo VII, Apuntes, comienza con este poema:


Apuntes de una vida, indicios

de otra, si alguien me lee acaso

en este espejo torpe

verá su propio rostro.


El capítulo IV, La calle, de ese mismo libro, empieza así:


La calle, el ojo prieto,

en sombra sin ver nada.

Aunque pienses

que inútil fuera

volveré a buscarte.


Del río el alarido,

el corazón y su penosa historia

de que me dejes o de yo dejarte,

para vivir sin ti,

para juzgar mi vida.


Dos páginas más tarde escribe este pavoroso poema


MÍNIMOS AUNQUE FUERAN


Dame, misericordia,

el derecho a rechazar

mínimos aunque fueran

los instantes de luz;

que de ti recibiera

completa la ceguera

y que pueda vivir

sin Mí y sin Ella.

Ven, tú, misericordia,

y más oscura seas.


Alfonso Costafreda no llegó a ver publicado este tercer libro de poemas suyo. Ese año 74 lo comenzó casándose. Lo acabó, junto con su vida, a principios de abril. En septiembre, un mes muy adecuado para su título, se publicó el poemario. Alfonso debió pensar aquello de que abril es el mes más cruel y puso tierra de por medio.


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