los calcetines de Zaplana, tres y último

Me fui a la siesta con el relato recién leído y, como en una digestión incompleta y laboriosa, al despertarme lo repasé mentalmente, aún en la cama. Automáticamente salté al mundo de Escher, de modo que lo que visualizaba era un bucle infinito. Excitado por la visión volví de nuevo a la red y encontré, claro, que mi mente no había hecho una asociación única.




También hallé que hay gente para todo; menos mal que él mismo se autodefine en el comienzo de su página como un professional nerd. Aliviado quedo.



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