al fondo del pasillo, a la derecha



[You ain't been blue
No, no, no
You ain't been blue
Till you've had that mood indigo]


Los ingleses son raros. Este axioma es válido para nosotros, claro, no para ellos. La rareza se define por oposición a la norma o a lo mayoritario. En este sentido se trata de un axioma válido sólo en nuestra cultura. Pero son raros de la hostia. Sin embargo, una vez más, de lo raro hay mucho que aprender. No es que conduzcan por el carril contrario al nuestro o que tengan un sistema de medida que no es métrico ni decimal. O que tengan la monarquía que tienen. Es ante todo que poseen distingos lingüísticos que explican el mundo. Ellos saben que no es lo mismo estar solo por placer o deseo que indeseadamente. Saben que si te sientes azul, estás triste, pero que eso no es nada comparado con tener un humor índigo. ¡Un humor índigo! O que para amar hay que encontrarse en disposición para ello. Y saben, sobre todo, que poder no es querer. Nosotros si podemos, es que nos dejan. Ellos, quizás más atentos, saben que te pueden dejar y que tú no seas capaz, que no puedas. Los ingleses tienen palabras que explican todas estas cosas y algunas más. O sea, que lo explican todo, porque explicar esto es explicarlo todo. Los ingleses, los raros, los que vienen a Benidorm a cogerla gorda, ponerse del color de los cangrejos y buscar el fornicio discotequero. Pero Guillermo era inglés y ese detalle conviene no pasarlo por alto.


Al fondo del pasillo, a la derecha, hay un dormitorio. No sé si el de tu infancia estuvo también allí, pero te pega que así fuera: una estación término, el final de un callejón, un recodo en el que guarecerse. La memoria y la imaginación se me funden –la primera va de honrada, pero es más mentirosa que la segunda- y parece que recuerdo algo que no he vivido: los gritos de tus hermanas, sus ojos fuera de las órbitas, tu madre tratando de que el ovillo familiar no se desmadejara, la sombra omnipresente de tu padre. El pasillo es el camino a la biblioteca de Sarajevo. Es una calle de Beirut. Es un carnaval grotesco al que te han invitado sin tú pedirlo. Y tú, desde pequeño, te has ido adiestrando en construir parapetos, en apuntalar las paredes de tu refugio. Era de cañas y piedrecitas al principio. Luego, con el paso de los años, pudiste adquirir materiales más resistentes. Primero unos tebeos por aquí y por allá. Luego música. Juan Ramón. Los habitantes de los bosques élficos. Woody. Todo Tolkien. Dragones. Sandman. Vampiros, mujeres perversas, hombres canallas, Agatha, Sir Arthur Conan Doyle. Platero. Platero. Platero. Tu barba creciendo, como la de Juan Ramón, y el cinismo del doctor House como la píldora de cianuro en el envés del pico de la chaqueta, para cuando te cojan: no te rendirás, no caerás en sus sucias garras de cotidianeidad y estulticia, de borde romo y ausencia de poesía. No te rendirás nunca, lo sé: antes la muerte. No es una cuestión volitiva; es intestinal.


Pasados los días, ahora que ya te echo de menos con la solidez de un dolor crónico y me voy haciendo a la idea de que el resto de mis días no sólo me dolerá la rodilla izquierda. Pasando el verano, mientras ordeno los libros que me recogiste mientras yo me mataba a trabajar aquella primera quincena de julio y cuando llegaba a casa estaba casi todo el salón embolsado. Pasando las tardes, colocando tus tebeos -los que nos dejaste en depósito a Pau y a mí- la enciclopedia de la Historia del cine de Gubern, las obras selectas de A. Christie. Pasando revista, haciendo escala en los fotogramas de la memoria, sólo quería decirte que ya puedes salir. Déjate salir, al modo de Déjame entrar, la película que constituyó una de las pocas discrepancias -junto con la voz de Iván ferreiro- que tuvimos estos meses pasados. Ya puedes salir. Afuera hay gente que no ve lo que tú. Hay zombis y vampiros, brujas y dragones. Pero también hay semejantes. En el pasillo nos hemos congregado unos cuantos que vemos, más o menos, lo mismo. Si abres la puerta verás que el mundo sigue siendo un lugar hostil y desagradable. Pero, ¿sabes?, yo estoy al otro lado de tu puerta y te echo de menos con lágrimas en los ojos, como cuando tú leías el último día Unjuanbay.


Si quieres estar solo, estate. Pero no estás solo.


Alone, lonely, may, can, be able, mood, blue, indigo. Los putos ingleses este verano.



1 comentario:

Ana Iniesta dijo...

...The addiction... of Duplicities...