Terminé con Stieg y enlacé Días contados. Pasé de recorrerme las actuales calles de Estocolmo, un territorio casi fantástico para mí, a sumergirme en la Malasaña de principios de los noventa. Y eso ya no me resulta tan desconocido. El placer que desfilaba ante mí con el sueco, y que no podía disfrutar, de repente se hacía realidad con el madrileño. Y, ahí sí, seguí el recorrido de los personajes en un mapa mental. De la calle del Espíritu Santo a San Vicente Ferrer; de ahí a la plaza Dos de mayo… La movida madrileña, la heroína, la postransición, el pelotazo, el famoseo…
Localismos aparte, ambos retratan cuestiones generales partiendo de casos puntuales. Dejo unos extractos de ambos. Otro día volveré con más de L. Salander y compañía.
-Lo entiendo. Sería una vergüenza para todo el cuerpo que un medico hubiera estado implicado en algo así.
-No, yo no creo en la culpa colectiva. Es una vergüenza para los implicados. […]
****************
-Creo que no entiendes que si nuestro accionistas son accionistas, es porque quieren ganar dinero. Se llama capitalismo. Si tu idea es que pierdan dinero, ya no querrán ser accionistas.
-Mi idea no es que pierdan dinero, aunque también se podría llegar a esta situación. La propiedad conlleva una responsabilidad. Como bien señalas, estamos hablando de capitalismo. Los propietarios del SMP quieren obtener beneficios. Pero son las leyes del mercado las que dictan si habrá beneficios o pérdidas. Con tu razonamiento lo que consigues es que las reglas del capitalismo se apliquen de modo selectivo a los empleados del SMP, pero no a los accionistas ni a ti mismo.
La reina en el palacio de las corrientes de aire.
Stieg Larsson
Antonio se fue y Germán Ripoll entró en el despacho. Encendió un cigarrillo y se detuvo frente a uno de los ventanales.
-¿Están ya preparados los del comité? –preguntó Pascual.
-Tranquilo… tú déjamelos a mí, yo los sé torear. Yo seré el malo y tú el bueno. Les diré que la empresa no está dispuesta a subir más del tres por ciento… y tú, luego, le dices que con un poco de suerte podrías conseguir el cuatro o el cuatro y medio, incluso el cinco. ¿De acuerdo? A mí no me importa pasar por un cabrón. Se supone que los abogados somos unos cabrones. Pero tú eres el director y conviene que pienses que eres cojonudo.
Pascual contempló el cigarrillo recién encendido del abogado. Éste se acercó a la mesa y lo aplastó en el cenicero.
-Me parece que esta vez van a la huelga y eso va a dañar la imagen de la empresa con los publicitarios y la competencia. Por no hablar de los tíos de la Comunidad.
-Deja que hagan huelga, ya tengo pensado lo que vamos a hacer, les saldrá el tiro por la culata.
-Son once, no lo olvides, Germán. ¿Tú sabes la pasta que significa once indemnizaciones por despido improcedente? Además, nos vamos a quedar sin gente.
-Las próximas contrataciones a seis meses, renovables. Nada de contratos indefinidos. Eso es del pasado. La gente con contrato por seis meses no hace huelga. Déjame actuar a mí. No creo que los once secunden la huelga, si es que la convocan. Y si lo hacen, se llevarán una sorpresa.
-¿Entonces?
-De momento les dices lo que te he dicho del cuatro o el cuatro y medio… No, espera… Diles que puedes aumentar, que te has enfrentado al Consejo de Administración, que eres un currante como ellos y que les comprendes, que cobran poco, que es necesario un aumento, pero no menciones ninguna cantidad. Dales cuerda, ¿entiendes?
Pascual se arregló los puños de la camisa y se ajustó la corbata.
-¿Crees que ésta es la primera vez que he tenido que torear con una huelga, Germán?
Días contados.
Juan Madrid.
Localismos aparte, ambos retratan cuestiones generales partiendo de casos puntuales. Dejo unos extractos de ambos. Otro día volveré con más de L. Salander y compañía.
-Lo entiendo. Sería una vergüenza para todo el cuerpo que un medico hubiera estado implicado en algo así.
-No, yo no creo en la culpa colectiva. Es una vergüenza para los implicados. […]
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-Creo que no entiendes que si nuestro accionistas son accionistas, es porque quieren ganar dinero. Se llama capitalismo. Si tu idea es que pierdan dinero, ya no querrán ser accionistas.
-Mi idea no es que pierdan dinero, aunque también se podría llegar a esta situación. La propiedad conlleva una responsabilidad. Como bien señalas, estamos hablando de capitalismo. Los propietarios del SMP quieren obtener beneficios. Pero son las leyes del mercado las que dictan si habrá beneficios o pérdidas. Con tu razonamiento lo que consigues es que las reglas del capitalismo se apliquen de modo selectivo a los empleados del SMP, pero no a los accionistas ni a ti mismo.
La reina en el palacio de las corrientes de aire.
Stieg Larsson
Antonio se fue y Germán Ripoll entró en el despacho. Encendió un cigarrillo y se detuvo frente a uno de los ventanales.
-¿Están ya preparados los del comité? –preguntó Pascual.
-Tranquilo… tú déjamelos a mí, yo los sé torear. Yo seré el malo y tú el bueno. Les diré que la empresa no está dispuesta a subir más del tres por ciento… y tú, luego, le dices que con un poco de suerte podrías conseguir el cuatro o el cuatro y medio, incluso el cinco. ¿De acuerdo? A mí no me importa pasar por un cabrón. Se supone que los abogados somos unos cabrones. Pero tú eres el director y conviene que pienses que eres cojonudo.
Pascual contempló el cigarrillo recién encendido del abogado. Éste se acercó a la mesa y lo aplastó en el cenicero.
-Me parece que esta vez van a la huelga y eso va a dañar la imagen de la empresa con los publicitarios y la competencia. Por no hablar de los tíos de la Comunidad.
-Deja que hagan huelga, ya tengo pensado lo que vamos a hacer, les saldrá el tiro por la culata.
-Son once, no lo olvides, Germán. ¿Tú sabes la pasta que significa once indemnizaciones por despido improcedente? Además, nos vamos a quedar sin gente.
-Las próximas contrataciones a seis meses, renovables. Nada de contratos indefinidos. Eso es del pasado. La gente con contrato por seis meses no hace huelga. Déjame actuar a mí. No creo que los once secunden la huelga, si es que la convocan. Y si lo hacen, se llevarán una sorpresa.
-¿Entonces?
-De momento les dices lo que te he dicho del cuatro o el cuatro y medio… No, espera… Diles que puedes aumentar, que te has enfrentado al Consejo de Administración, que eres un currante como ellos y que les comprendes, que cobran poco, que es necesario un aumento, pero no menciones ninguna cantidad. Dales cuerda, ¿entiendes?
Pascual se arregló los puños de la camisa y se ajustó la corbata.
-¿Crees que ésta es la primera vez que he tenido que torear con una huelga, Germán?
Días contados.
Juan Madrid.
1 comentario:
¿Para cuándo una excursión a Estocolmo?....Por favor, no emules a el Capitán Blood en tu aventura transmediterránea.
saludos
Roy Batty
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