¿A qué podemos jugar/ cuando el invierno emigre/ y las lluvias cesen?


1-3-011

He dejado de leer poesía por un tiempo. A veces hay que airear las estancias. Ahora ando con un catálogo bien avanzado de Cildo Meireles –¡gracias Valle!- que parece, cuando paso sus hojas, como si tuviera la mirada atenta y cómplice de Javi sobre mi hombro. También con mi refugio particular que nunca falla, la negra: Sin retorno, de G. Pelecanos. Como si la negra y Cildo no fueran poesía. ¡Jua!

He vuelto a Schubert. Sigo investigando a Satie y Vivaldi –infinito-.

Sueño con relojes de arena que no tienen cristal.

Con una estructura similar escribe Félix Francisco Casanova su diario en un cuaderno de gusanillo de la marca Ancla. Corría 1974 y él tenía 18 años. Está editado primorosamente por Demipage y es uno de los libros más bellos y turbadores que he leído en mi vida. Se titula Yo hubiera o hubiese amado. El título de la entrada es el comienzo de uno de sus poemas. Lo que sigue son extractos:

9-6-74

He comenzado a escribir una novela: 9 folios en un día. Debo de estar inspirado.

11-6-74

Recojo las notas de COU: 3 sobresalientes, 2 notables y 2 aprobados.

¡A descansar! (…)

12 junio

He sufrido un sueño en el que me arrancaba la piel y tenía otra debajo, me crecían pelos en la lengua… ¡Horrible!

27 julio 74

(…)

¡Qué alivio!...

Eres un árbol y

no puedes seguirme.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo para los momentos de mono:

"(...) Ya no será tan fácil deslizarse
por la húmeda lengua del crepúsculo,
alzar el vuelo con los cuerpos
trenzados
y respirar por una misma boca.
¿Sería ésa la hora
de suponer perfecto nuestro estilo,
de, quizás, haber creado
la verdadera comunicación
para rechazarla luego?(...")

Me has arrancado una de mis mejores sonrisas, es tuya. Gracias.